jueves, 2 de julio de 2009

INSPIRACIÓN

...Continúa de este modo, lejos, que así sirvo para contar historias...

Y que injusto es el destino que quiso que un día soltara su mano. No lo quería así, nunca hubiese querido ese final. Pero la vida te da y te quita. Y así fue como un día todo se desintegró, sin dar explicaciones tocó a la puerta el desamor, el desencanto y el olvido. Ella podía ver el lado bueno de la situación: la separación había logrado quitar unos kilos de sus caderas y echado a volar su imaginación. El dolor había hecho nacer una necesidad imperiosa de expresarse. De contar todo lo que atravesaba su mente. Pintó un campo desierto, sin apenas un arbusto. Según ella representaba un corazón sin vida. Escribió un poema y una historia que decía más o menos así:

“Caminábamos por las calles durante noches esporádicas de abril. Recorríamos las avenidas a paso lento, perdiéndonos entre relatos de historias de Cortázar y otras inventadas por nosotros. Esas historias que tardaban horas en ser terminadas, porque los besos que se entrometían eran pausas largas realmente justificadas. Y ahí se encendía un fuego que nunca pudimos apagar del todo. Porque siempre había más para dar, más necesidad de seguir y de detener el tiempo cuando nuestros ojos se miraban demasiado cerca. Casi siempre terminábamos desnudos mirando el techo de la pequeña habitación de la calle Córdoba, apenas iluminada, charlando y riendo sin parar. Y tus manos acariciaban mi espalda hasta quedarnos dormidos.
Nunca pude comprenderte del todo. Creo que ni vos lograste entender tus sentimientos. No me interesaba demasiado, porque tus ojos decían que tu cuerpo necesitaba mis abrazos y yo no precisaba más explicación que la que me daba aquella mirada.
La causa por la que decidí partir, fue porque tu boca púrpura ya no buscaba mis besos. No soporté el desamor ni el desencanto, y entonces me acechó la necesidad de irme lejos para poder olvidar. Y sin dar demasiadas explicaciones solté tu mano y te dejé ir, para que busques encender nuevos fuegos en el interior de otras mujeres que escuchen tus historias, como así lo hice yo, en esas noches de abril, que terminaban en tu habitación, entre risas y charlas eternas."

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