domingo, 18 de octubre de 2009

El abuelo

Es raro el tiempo de ambos
Compartir sentimientos comunes,
Reuniones comunes,
encontrarnos
Envueltos en aires de esperanzas.

Nos vemos unidos por la
Rara proyección de la sangre
Que fluye por asombrosas generaciones
De deseos y prejuicios.

Pero el calor que contienen tus ojos
Rompe el frío del tiempo ligero,
Y en ellos veo reflejada tu niñez,
Tus sentimientos,
tu calle.

Aunque sea tango y rock,
Los entonamos con las mismas cuerdas vocales
Que se encuentran unidas por los sentidos
Y por el carmín de nuestros ríos internos.

No te pido que me cuentes tu vida,
Tus amores, tus odios.
Simplemente pido que me enseñes a crear la mia,
O que por lo menos me ayudes a crearla.

Porque tus ojos reflejan aquello que viviste,
Y te lo confieso, quiero llegar a mirar como
Los hacen tus ojos, con ese brillo de orgullo
Y con esa brisa de amor.

martes, 25 de agosto de 2009

Encontrarme

Hoy me reencontré con mi realidad, mientras trataba de no mirarme demasiado de cerca. Caminé por una ruta desierta, conversé con las estrellas que no me respondieron y escuché los ruidos del silencio. Me perdí entre recuerdos sin sentido que quisieron volver a ocupar mis pensamientos y les cerré la puerte con fuerza. Pero uno logró escabullirse por la cerradura: era la felicidad que me preguntaba cuándo volvería a dejarla entrar en mi vida.

miércoles, 29 de julio de 2009

Me debés

Vos me debés, quizás, una cena en la plaza de San Telmo, un paseo en barco por el Tigre y una ducha bien helada después de enredarnos. Me debés cien besos mandados por celular, dos mil por Internet y varios con gusto a café italiano dados en la cocina de tu casa.
Me debés un paseo por Colonia, una semana en la montaña y unos segundos en la Torre Eiffel. Me debés noches de amor, no de pasión, aunque si querés conjugar ambas magias prometo no negarme. Me debés jazz entre velas y tango entre nuestras piernas, miradas eternas en silencio y un corazón palpitando que pueda sentir en un abrazo eterno. Sólo tengo un te quiero que imaginé en sueños, un te extraño que vi en mi espejo y un te olvido que es mi deseo.

lunes, 20 de julio de 2009

El deseo

Construyo un mundo alrededor de mis propios deseos; en donde te encuentro una noche de agosto en una avenida desierta o en un parque oscuro y me abrazás sin decir nada. Creo con mi mente pinceladas rojas, risas y caudales color carmín que producen sentimientos. Y también invento un corazón que late cuando me miras a los ojos o cuando me estrechas fuerte contra tu pecho. Construyo y me destruyo. Ilusión y realidad que se contradicen.

jueves, 2 de julio de 2009

ENVIDIA


... no hay peor lucha que la que emprendemos contra nosotros mismos...

IRA

... Fuerza, sangre, muerte...

SOBERBIA

... Me encierro en mi. Mis deseos son mi obsesión...

CODICIA

... MAS MAS MAS...

PEREZA


... Me derrito anesteciada, las pupilas estancadas...

LUJURIA



... Pedir más, no encontrarte nunca y pedir más...

GULA




...apetito salvaje desgarra tejidos. Adicción, obsesión y embrujo...

INSPIRACIÓN 2AM

Y qué si te digo que tu boca rompe la noche estrellada de este desierto, mi desierto, que nada tiene que ver con tu paraíso lleno de vida, de gracia, de juventud. Y qué si te confieso que tus ojos son lagos tranparentes que no me dejan dormir, porque se cuelan entre mis sábanas, me hablan al oído y me piden que no los olvide. Y qué si te sigo un día, o una noche de junio, y busco en tu aliento el calor de las leñas encendidas, tu fuego, tu color, tu aroma. Y qué si te invito a que bailemos este carnaval, descalzos sobre la hierba fresca, sin prejuicios y sin miedos, en medio de la vorágine de angustia que acecha al resto de los seres, que bailan sobre el cemento firme que los contiene. Y qué si te pido un abrazo, incomparable entre los del resto de los entes apáticos, aquellos que no rien, que no miran, que no te respiran, que no sienten, entonces, vida.

EL RENACER DE SIDDHARTA

Aquella mañana observó cómo los rayos del sol entraban por la ventana de su habitación. Ésto había sucedido durante años, pero hacía tiempo que él no se detenía a mirar su alrededor. Había estado imbuido en sus sentimientos y pensamientos, olvidando que todo aquello que lo rodeaba podía hacerlo feliz.
Respiró profundo y salió a la calle con la energía y la alegría de haber revivido.

INSPIRACIÓN

...Continúa de este modo, lejos, que así sirvo para contar historias...

Y que injusto es el destino que quiso que un día soltara su mano. No lo quería así, nunca hubiese querido ese final. Pero la vida te da y te quita. Y así fue como un día todo se desintegró, sin dar explicaciones tocó a la puerta el desamor, el desencanto y el olvido. Ella podía ver el lado bueno de la situación: la separación había logrado quitar unos kilos de sus caderas y echado a volar su imaginación. El dolor había hecho nacer una necesidad imperiosa de expresarse. De contar todo lo que atravesaba su mente. Pintó un campo desierto, sin apenas un arbusto. Según ella representaba un corazón sin vida. Escribió un poema y una historia que decía más o menos así:

“Caminábamos por las calles durante noches esporádicas de abril. Recorríamos las avenidas a paso lento, perdiéndonos entre relatos de historias de Cortázar y otras inventadas por nosotros. Esas historias que tardaban horas en ser terminadas, porque los besos que se entrometían eran pausas largas realmente justificadas. Y ahí se encendía un fuego que nunca pudimos apagar del todo. Porque siempre había más para dar, más necesidad de seguir y de detener el tiempo cuando nuestros ojos se miraban demasiado cerca. Casi siempre terminábamos desnudos mirando el techo de la pequeña habitación de la calle Córdoba, apenas iluminada, charlando y riendo sin parar. Y tus manos acariciaban mi espalda hasta quedarnos dormidos.
Nunca pude comprenderte del todo. Creo que ni vos lograste entender tus sentimientos. No me interesaba demasiado, porque tus ojos decían que tu cuerpo necesitaba mis abrazos y yo no precisaba más explicación que la que me daba aquella mirada.
La causa por la que decidí partir, fue porque tu boca púrpura ya no buscaba mis besos. No soporté el desamor ni el desencanto, y entonces me acechó la necesidad de irme lejos para poder olvidar. Y sin dar demasiadas explicaciones solté tu mano y te dejé ir, para que busques encender nuevos fuegos en el interior de otras mujeres que escuchen tus historias, como así lo hice yo, en esas noches de abril, que terminaban en tu habitación, entre risas y charlas eternas."

SINCERICIDIO

Te extraño

DECEPCIÓN 2

Ir hacia allá e intentar llegar. Qué difícil se hace encontrar aquel destino anhelado. Nuevos caminos se entrometen, nuevas caras, nuevas sonrisas que provocan estampidas en el pecho. Por esos gestos uno se desvía, creyendo haber encontrado el recorrido más corto hacia la felicidad, esa felicidad que no llega, porque siempre queremos más. Quizás debamos conformarnos con eso, con esas sonrisas que a veces se cruzan y logran inmensas palpitaciones. La felicidad son momentos, instancias de sonrisas que uno quiere detener, donde uno desea que nada mute, que nada cambie de lugar, que no lo invada el tiempo con su inevitable avasallamiento. Fui feliz, me decepciono cada vez que dejo esos momentos en el pasado. Hoy siento decepción.

FELICIDAD

Ese día sintió la brisa mañanera en su rostro por primera vez. No es que nunca había pasado por una experiencia semejante, pero en esta oportunidad le prestó atención. Desde que tenía conciencia su vida había transcurrido entre el tránsito de las avenidas y los ruidos de la fábrica. La cadena de producción lo había convertido en una pieza más del proceso, en un eslabón fácilmente reemplazable. Y él se había adaptado a ese papel de manera natural, sin ni siquiera pensar en que su vida podía ser diferente. No había prestado nunca atención a sus deseos internos. Disfrutar era una actividad para el tiempo libre, pero éste escaseaba en su rutina. Las necesarias horas extras lo habían consumido y lucía flaco y pálido. Nunca se había dado la oportunidad de dar rienda suelta a su potencial, de observar si contaba o no con algún don creativo. No sabía si le gustaba la música, la pintura o la poesía. No había bailado nunca, tampoco sabía si podía entonar una melodía sin desafinar. Quizás si en algún momento de su pasado hubiera tenido la oportunidad de ponerse a prueba, lo habría sabido. Pero no fue así y cayó preso de la vida sin sentido y sin gustos.
Pero aquella mañana en que la conoció, las cosas fueron diferentes. Ella entró apurada por el pasillo principal, con aquel paso firme de tacones y la seguridad de las mujeres que visten minifalda. En un principio él ni se percató de su presencia porque, como siempre, sólo prestaba atención al encastramiento de las piezas que debía armar. En la velocidad de sus pasos y a causa de su mirada altiva, ella no vio las cajas de cartón que había delante de su paso y tropezó con ellas. Al caer, golpeó con sus manos la pieza que el manipulaba y así llamó la atención de sus ojos, que miraron directo a esas pupilas oscuras que él nunca más pudo olvidar. Ella se levantó rápidamente, con la intensión de disimular que había errado en algo, que no todo le salía bien. Enojada consigo misma, ni siquiera le pidió perdón y, nerviosa, continuó caminando, con aquel paso firme que causaba estruendos en todo el pabellón.
Ella inmediatamente lo olvidó. Nunca supo su nombre, ni se percató en su aroma, ni en las ojeras que formaban surcos debajo de los ojos cansados. Pero para él ese encuentro de miradas resultó tan mágico y significativo, que a partir de ese instante pudo darse cuenta que podía existir algo diferente en su rutina, que logre hacerlo vibrar. Y ese día, durante esa mañana, se sintió feliz. Al salir a la avenida, luego de una noche que había transcurrido entre maquinas y sudor, sintió la brisa mañanera en su rostro por primera vez.

LLUVIA

- Che, Juan. Creo que va a llover.
- Así parece. Otro día más sin buena venta. ¿A qué hora terminaste ayer?
- Alrededor de las ocho de la noche. Pero hice nada más que 20 pesos.
Juan vaciaba el mate en la bolsa de nylon que tenía entre sus piernas. La úlcera lo obligaba a trabajar sentado, y sólo se ponía de pie para trasladarse de cuadra. Jacinto miraba el cielo.
- Si llueve voy a volver a perder plata. ¡No sabés lo húmedos que se ponen estos bizcochos! ¡Chicles, parecen!
- Yo estoy muy cansado y quiero irme a mi casa. No me importa si llueve o no. Hoy no voy a hacer un mango.
Juan apoyó el termo al lado del cepillo y se pasó un pañuelo verde por la frente. Colocó la tapa al betún negro y lo acomodó en el canasto.
-Yo creo que me voy, Jacinto. La humedad me está matando. Ya no voy a juntar más que estos quince pesos. Para el morfi me alcanza.
- ¿Qué pasó con el alquiler?
- La mamá de Olga nos va a prestar 50 pesos. Pero no llegamos a pagar todo lo que debemos.
- Yo te puedo tirar unos mangos. No mucho, pero le puedo pedir a Marta que saque de los ahorros.
- Gracias. Pero no quiero deberte más guita. Además el desalojo es seguro. La vieja de Olga ya nos preparó una habitación.
-¿Y los pibes?
- Se irán a lo de mi hermano. No sabemos todavía. Pero ellos tienen el laburo fijo y últimamente hay más obras.
Los dos quedaron en silencio, mientras Juan subía el cierre de su campera azul. Jacinto frotaba sus manos peludas y les daba calor con su aliento.
- Andá. Tenés una cara. Yo todavía no puedo. Voy a esperar a la salida de la escuela. Por ahí tengo suerte.
- Sí, seguro. ¡Los pibes salen con un hambre! Pero con este día nadie va a lustrarse los zapatos. Olga debe estar preocupada.
Juan metió su mano en el bolsillo del pantalón y sacó algunas monedas que contó con la vista. Luego tapó el canasto de mimbre y lo colocó bajo su brazo.
-Me voy, viejo. Que tengas un buen día.
- Chau, che. Que te mejores
- Chau.
Juan tomó la avenida con paso lento y se detuvo a unos pocos metros de la esquina San Juan. Extendió el brazo derecho y detuvo el colectivo. Subió los peldaños con dificultad y logró protegerse de las gotas de lluvia que comenzaron a caer.

ESPERAR

-Ana, querida… ¿Cómo va todo?
-Zulma…Acá andamos. Esperando el parte. Gracias por venir.
-¿Cómo no iba a venir? Vos Héctor, ¿Cómo lo tomaste?
-¿Cómo lo voy a tomar? No es fácil para nosotros. Ella es muy chica. Igual, no podíamos hacer otra cosa.
-Era una decisión tomada, pero íbamos a esperar a la semana que viene. Hoy empezó con las pérdidas y tuvimos que salir corriendo. ¿Vos como estás?
-Bien…
Los tres quedaron en silencio, mientras Ana desenredaba sus rulos colorados con los dedos. El único sonido del pasillo era el zapateo constante de su taco aguja sobre el suelo.
-¿Podés calmarte Ana? ¡Me ponés nervioso!
-Perdón. Esta espera me está matando. ¿Qué hora es?
- Las tres en punto.
-¡Hace más de una hora que entró! No sabía que iba a ser tan largo. ¿Le habrá pasado algo malo?
-¡Hay nena! ¡No exageres! Estas cosas son así. Acordate de la operación de la Bety. Resultó ser simple.
Zulma se abanicaba con una revista vieja y miraba de reojo los anteojos oscuros de Héctor.
-Te quedaste mudo. ¿Querés que vaya a comprar agua?
-No, estoy bien. Ana, ya vas a ver que después de hoy nuestra vida va a cambiar. No llores, nena…
Zulma observó que los ojos de su amiga estaban llenos de lágrimas y el ruido del taco golpeando el suelo se volvió más persistente. De su cartera de charol, sacó un pañuelo y se lo pasó a Ana por las mejillas. Desde la sala salió el médico con paso lento y la mirada hacia el suelo.
- ¡Doctor! ¿Como anda la nena?
- Todo está en orden y fuera de peligro. Pero no pudimos continuar con el embarazo. Con permiso.
- Gracias doctor.
Los tres quedaron en silencio nuevamente.
-Andá. Tenés cosas que hacer. Yo me quedo con mi marido. No te preocupes.
-¡No te dejo ni loca, nena! No tengo otra cosa que hacer más que estar con vos. Además a la nena le va a gustar verme. ¿De cuánto estaba?
-De dos meses y medio.
-Igual que la Bety. Vas a ver que va a salir todo bien. Igual la iban a operar ¿no?
-Ella no quería. Dijo que iba a dejar la escuela y dentro de un año la iba a retomar. Pero a nosotros nos parecía que lo mejor era terminar con esto ahora. Tiene 15 años y andá a saber quién es él. Igual ahora no tenemos más nada que pensar. Las cosas se dieron naturalmente.
Los tres quedaron en silencio. Héctor miraba el suelo a través de los lentes oscuros que tapaban sus ojeras, mientras frotaba sus manos en la campera de jean que estaba sobre sus nalgas flacas. Ana apoyó la cabeza en el hombro de su amiga, que volvió a ofrecerle su pañuelo. Aún quedaba un largo rato de espera en el pasillo del hospital.

LA TURRA DE EMMA ZUNZ

- No recuerdo bien quién era el joven que me lo contó, porque fue hace tiempo, cuando yo todavía estaba en servicio. Me llamó por teléfono y me dijo que sabía la verdad del caso Emma Zunz.
- Pobre mujer…
- ¿Pobre? Era una turra, lo planificó todo de manera perfecta. Servime un poco más de vino.
- No me parece bien, ya tomaste demasiado.
- ¡Servime más, te digo!
El hombre de sombrero gris llenó el vaso del viejo. Ya había caído la noche y el mozo esperaba que se fueran los últimos clientes.
- Me contó que Emma Zunz tenía algo pendiente con Loewenthal, el dueño de la fábrica. Sospecho que se trataba de una venganza. Su padre sabía que él era el culpable del robo y se lo dijo a la joven en una oportunidad. Ella se calló durante seis años y siguió trabajando para él.
- ¿Nunca le dijo nada a nadie?
- No sé. Pero cuando se padre se suicidó, ella decidió matar a Loewenthal. Y planificó todo para quedar como víctima de una violación. Una verdadera turra resultó ser.
El viejo se quedó callado mirando el fondo del vaso que ya estaba vacío.
- ¡Dale, servime más vino!
- No me parece bien que sigas tomando así. Además el bar está por cerrar.
- ¡A mi que me importa! ¡El cliente siempre tiene razón!- gritó el viejo mientras golpeaba el vaso sobre la mesa.
El joven le hizo señas al mozo para que trajera una nueva botella. Después de pagar, la descorchó y llenó el vaso de su amigo, que no sacaba la mirada del líquido que caía. Luego el viejo prosiguió su relato.
- Un sábado llamó a Loewenthal y le dijo que le daría información sobre la huelga que estaban organizando las otras obreras de la fábrica de tejido. Le dijo que pasaría por su escritorio al anochecer.
-¿Cómo supo todo eso el joven que te informó la verdad?
- Eso no se dice. Es información confidencial. Pero tenía una relación con Emma Zunz. No sé si un romance, porque ella siempre andaba sola, nunca se le conoció un hombre. Eso hizo más creíble su relato. Porque antes de ir a ver Loewenthal a la fábrica, fue al puerto, entró a un bar y eligió a un marinero de una embarcación que estaba por zarpar. ¡Todo estaba tan planificado! Usó al marinero para que dejara sus rastros en ella. Él después se fue y nunca más regresó.
- ¿Por qué nunca dijiste que sabías todo esto?
- Porque nadie me hubiese creído. Ella era una víctima para la sociedad y Loewenthal un abusador y un codicioso. Preferí dejarlo así. Él ya estaba muerto y no tenía familiares que buscasen justicia. ¡Servime más vino!
- No, ya estás hablando con la lengua trabada y quiero que termines de contarme la historia sin olvidar detalles.
- Si no me servís, no sigo.
El joven optó por llenar el vaso nuevamente. Su compañero estaba apoyado contra el ventanal que daba a la avenida, con los ojos entrecerrados.
- Después de usar al marinero, fue a la fábrica y Loewenthal la hizo pasar a su escritorio. Ahí mismo lo mató de tres balazos en el pecho. En el lugar encontraron vidrios rotos y el diván desacomodado. Todo indicaba un abuso deshonesto. Le salió bien a la turrita que confesó violación y homicidio en defensa propia. En las mujeres no hay que confiar.
- Fue el crimen perfecto.
- Sí, nunca se supo la verdad.
El viejo se quedó en silencio con la cabeza apoyada en su brazo derecho. Su amigo se levantó, lo ayudó a ponerse de pie y salieron juntos del bar. Con paso lento se alejaron por la avenida.

CONCIENCIA INCONCIENTE

- No merecía terminar así.
- No quedaba otra salida, Ann.
Ann apagó nerviosa el cigarrillo, mirando el embotellamiento de la esquina a través del ventanal. Sólo volvió la vista al interior del bar, cuando el mozo resbaló de la escalera.
- ¿Qué vas a hacer si te descubren?
- No va a pasar nada. Daniel quedó más que involucrado y yo tengo la conciencia limpia.
- ¿Conciencia limpia? ¡Yo no se porqué carajo te ayudo!
- ¡Si hablas fuerte me van a descubrir!
Ann encendió otro cigarrillo, intentando controlar el temblor de sus manos. Luego de un breve silencio, Mery habló en voz baja y con tranquilidad.
- No podíamos seguir así. Él quería el divorcio y ella no se lo daba. Ya te dije Ann, no quedaba otra salida.
- Siempre supiste que eras la segunda, Mery.
Ann se puso la chaqueta roja y dejó unas monedas sobre la mesa. Mery sacó un espejo de su cartera y se arregló el cabello enrulado.
- Fue con veneno de ratas y la dejé tendida sobre su cama. La justicia va a dudar de Daniel, no de mí.
Mery guardó el espejo y tomó el último sorbo de café. Se levantó, acarició el hombro de su amiga y salió a la calle.

MAR

... tu mar y mi mar son más que un océano...

DESIERTO

... Nada de lo que me digas, amor, va a sacarme de este desierto...

LABERINTO

.. Me pierdo en vos...

¿LIBERTAD?


... Desplega tus alas y vuela conmigo

ya pensaremos mañana cómo haremos para aterrizar...

TANGO


... al compás de un tango la habrás de olvidar,

con una pebeta que sepa bailar...

LOS ORIGENES DE LA ALEMANIA NAZI

Para comprender los orígenes de la Alemania nazi es necesario forjar un análisis de la ideología en su naturaleza primaria, además de estudiar la situación estructural y superestructural de un pueblo inmerso en la pobreza, el hambre, la desocupación y los anhelos por volver a los mejores tiempos. No es lícito atribuir los sucesos de doce años de historia sólo a la naturaleza de un personaje categorizado como “un demonio, un amo todo poderoso”, que presentaba patologías dignas de psicoanálisis. Si bien es cierto que el nazismo no puede estudiarse sin tomar en cuenta a su líder Adolf Hitler, también es verdad que la ideología fascista no ha nacido en el siglo pasado, durante el período de entreguerras. Este trabajo intentará esclarecer las causas del apoyo popular a un gobierno que propiciaba políticas de terror y de deber por sobre las libertades individuales, siempre tomando en cuenta la realidad social, política y económica que pudo hacer posible el advenimiento del Tercer Reich.

I. La Naturaleza del Fascismo
Ya en los años veinte, teóricos de la Comintern rotulaban al nazismo como una forma de fascismo engendrada por el capitalismo en crisis. Si bien es cierto que el nazismo nace como respuesta a una situación social que se estaba viviendo a nivel mundial, la ideología fascista debe remontarse a una realidad preliminar.
El fascismo es básicamente una doctrina distintiva del siglo XX, que mostró su lado más notorio en la década del treinta, con los gobiernos de Mussolini en Italia y de Hitler en Alemania. Pero esta filosofía no se gestó en el siglo pasado.
Esta ideología fue resultado de una de las conmociones intelectuales del siglo XIX. Con la Ilustración, florece la corriente liberal, que acentuaba la importancia de la razón individual, velando principalmente por la conformación de un nuevo sistema político que liberara a las personas de las cadenas del feudalismo. Esta creencia liberal se oponía terminantemente a la opinión conservadora que afirmaba la existencia de una jerarquía natural entre los hombres. “Mientras que los conservadores apoyaban el concepto paternalista de la sociedad y subrayaban la idea de deber y el acatamiento, los liberales hacían hincapié en los derechos individuales y en el autogobierno” (1).
El antisemitismo obsesivo de Hitler hace referencia al hecho de que los judíos eran los verdaderos inventores de la democracia y el liberalismo. Según Hitler se ponían “a la cabeza de las masas, de las clases inferiores, de todos los oprimidos. Dirigían la lucha contra las autoridades y contra la Iglesia” (2). El ejemplo más patente es la lucha bolchevique. Estas invenciones no carecen de lógica si se considera a la revolución francesa como la fuente del liberalismo, preludio del socialismo marxista.
Es en este clima de confrontación intelectual donde cabe situar a los precursores del fascismo. Esta ideología iba contra las ideas individualistas y velaba por la totalidad, con una preferencia particular por el instinto, la herencia y la raza. Esta idea de total irracionalidad comenzó a ganar adeptos entre los intelectuales de la época.
También es necesario remitirnos a un término por demás importante en la ideología nazi: el concepto de Völk, o pueblo. Esta expresión afloró en Alemania entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. No remite simplemente a una mera significación superficial, sino que en su plano más abstracto connota un sistema de valores y un ideal inmutable de lo que significa ser pueblo. El término Völk remitía a la existencia de “un alma” del pueblo. Los alemanes estaban unidos por su ascendencia, su cultura y su lengua. La tarea era recobrar y liberar esa alma del Völk, perdido con los valores antiguos. Según muchos intelectuales alemanes de la época, como J. Fichte (1762- 1814) y J. Herder (1744- 1803), la nación alemana tenía una misión a beneficio de la humanidad: una lucha cultural contra la influencia occidental. La esencia de la nación estaba por sobre la individualidad y el raciocinio, y al individuo se lo presentaba subordinado a la Nación.
El concepto de Völk tiene una íntima relación con la ideología de supremacía racial del pueblo alemán. Intelectuales definían a la pureza racial como base de la nacionalidad. F. L. Jahn (1778-1852) convalidó el carácter único y superior de los pueblos germánicos. A mediados del siglo XIX, la idea de superioridad racial se había instalado en el pensamiento europeo. Los intelectuales proclamaban la superioridad de las razas blancas sobre las negras y semitas, y la prioridad de la raza sobre el individuo y la nación. Estas ideas pueden ubicarse dentro de la tradición antisemita que precedió a la elaboración de teorías científicas a favor de las preconcepciones raciales. “Los prejuicios contra los judíos constituyeron un lugar común a lo largo de la historia de Europa y, desde finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, tomaron la forma de antagonismo religioso frente al judaísmo” (3).
Muchos intelectuales renombrados, fueron tomados por los representantes del fascismo, desvirtuándose su teoría para lograr una base sólida en sus decisiones. Este es el caso del darwinismo social. El hecho de retratar a las personas como criaturas irracionales y amorales, que luchaban instintivamente por su supervivencia, significaba al mismo tiempo equiparar al hombre con la bestia, lo que representaba una antítesis esencial a la elección racional y deliberada del liberalismo. En lugar del individualismo racional, la irracionalidad total empezó a ganar terreno atrayendo el apoyo de los intelectuales. En esta atmósfera empezó a florecer el mito de la raza.
G. W. F. Hegel (1770- 1831) es otro de los autores tomados por el pensamiento nazi, y muchas veces se ha afirmado que fue el padre intelectual del Estado fascista. Hegel en su teoría percibe la historia como un proceso, cuya dinámica es el conflicto de las ideas. Definió al Estado como la idea última, la realización del “espíritu”. En este Estado “ideal” el poder de la razón se hace realidad en la voluntad y su base la constituye la libertad de la razón. El Estado se presentaba como un organismo integrado, como una totalidad mayor que la suma de sus partes.
Hitler contemplaba al Estado como un medio para garantizar los intereses del Völk. Las bases de la ideología völkisch (un pueblo sobreviviría si todas sus partes estaban sanas), organizarían el nazismo.

II. El Nazismo y la Sociedad
Al nazismo hay que estudiarlo principalmente en su contexto sociocultural particular, como a cualquier ideología política, social o económica. No tiene ningún valor comprender una definición sin imbuirla en su verdadero ámbito de desarrollo y difusión.
Es simplista considerar que el movimiento nazi fue un producto directo y un instrumento de las fuerzas capitalistas reaccionarias. Fue más bien la “consecuencia de una intranquilidad e insatisfacción sociopolítica, con una muy heterogénea masa de seguidores, ideológicamente integrados sólo por medio de la protesta radical negativa (antimarxismo, antiWeimar, antisemitismo), a lo que se suma una visión milenarista, seudorreligiosa, de un “despertar nacional”, socialmente expresado en la idea difusa (y en última instancia también negativa) de la comunidad nacional (Völksgemeinschaft)” (4).
El nazismo anidó en Alemania con tal ímpetu gracias a la situación social, política y económica que tuvo que atravesar el pueblo en el período de entreguerras. Pero para comprender mejor los acontecimientos, debemos revisar un pasado remoto, donde ser alemán era un privilegio y constituir parte de la tradición germánica significaba un honor.
Durante la época de Guillermo II, los alemanes eran una potencia imperialista, un pueblo de “junkers”, que poseía las mayores virtudes militares. Esta etapa era considerada como un paraíso terrenal, bajo el signo de la gloria militar.
Alemania se constituye como Estado-nación en 1870, varias décadas más tarde que los Imperios vecinos. Ya la repartición colonial había concluido y fue por eso que Alemania no se constituye como un imperio expansionista, sino que logra posicionarse como potencia a partir de los recursos naturales de su territorio y de la importante industria química y electrónica. Alemania lograba unificar el desarrollo científico y tecnológico en sus universidades a partir de una decisión política de progreso. Este Imperio poseía también una importante flota que podía llegar a competir con la inglesa, aunque no superarla. Una de las causas de la Primera Guerra Mundial es esa apetencia de territorios que no fue satisfecha.
En este contexto socioeconómico, es importante remarcar el rol ejercido por el marco, papel moneda alemán que era valuado como piedra preciosa. “Todo el mundo estaba contaminado por la locura de comprar marcos alemanes. (…) Cada cual soñaba en su rincón, imaginándose su pequeña dosis de dicha humana, y creyendo en el mísero trozo de papel que podría trocar en realidad su sueño favorito” (5).
Luego de la Primera Guerra Mundial, la República de Weimar se divide en tres períodos: uno de trastornos económicos, financieros y políticos que abarca los años 1918-1924; un segundo período de calma y prosperidad, entre los años 1925 y 1929; y una última etapa de decadencia, que se sucede entre 1930 y 1932.
La primera fase es el período subsiguiente al fin de las hostilidades, que desembocaron en el terrible Tratado firmado en Versalles, que condenó como único responsable de los males de la guerra a la República de Weimar. Para Alemania significó una paz impuesta, un dictat, que lo obligaba a cumplir ciertas cláusulas que hicieron florecer el rencor de la población. Deberían reducir su ejército a un total de cien mil hombres, además de entregar su flota militar, la cual fue finalmente hundida por los propios alemanes. También, más del 10 por ciento de su territorio tuvo que ser resignado a Polonia y a Alsacia y Lorena. Por otra parte, tuvieron que pagar una considerable deuda externa en carácter de reparaciones de guerra.
Se obligó a los alemanes a firmar unas condiciones que no estaban dispuestos a cumplir. Asumieron la culpa de la guerra, y con ello se reconocieron criminales dignos de castigo. De esta forma, los aliados estaban edificando la paz, no sobre la verdad y la justicia, sino sobre unas bases peligrosas que engendrarían importantes hostilidades.
El tratado de Versalles procedió a ocuparse de todo; dio garantías contra la posibilidad del surgimiento de una nueva potencia militar alemana y contra cualquier guerra de revancha. Pero olvidó preocuparse por la gestación de una paz futura.
Este castigo originó una naciente desocupación que crecía día a día, junto con la pobreza y la hiperinflación galopante. “En ningún país la comida había asumido tanta importancia como en la Alemania de posguerra. La gente, que durante largos años estuviera privada de sustancias grasas y se contentara con sustitutos, se arrojaba con avidez sobre las comidas (…). Cada merienda, cada comida, cada cena, se celebraba como una fiesta…” (6).
Durante estos años se produce un cambio acelerado del sistema económico, social y político, agudizado por la crisis desatada por la guerra, la derrota, la inflación, la depresión y el peligro de un sistema alternativo, todas estas cosas se manifestaban en las actitudes y los resentimientos de la ideología nazi. De esta forma, las ideas nazis funcionaban como un “instrumento adecuado para la movilización de estratos de la población afectados por problemas de la modernización”.
En este contexto social, las ideas nazis comienzan a surtir efectos en la intelectualidad, por esa promesa de “volver al pasado”. El nazismo velaba por una “sociedad unida como ninguna otra en la historia alemana reciente, una sociedad de oportunidades para jóvenes y ancianos, para las clases y para la masa, (…) una sociedad de buenos viejos tiempos” (7).
Es en estos años cuando cae drásticamente el valor del marco. Es 1923 el año más dramático para la economía alemana. El 17 de abril el valor del marco -que hasta el día anterior se mantenía con firmeza férrea, desde hacía dos meses, en la cotización que giraba alrededor de los 20 mil marcos por dólar- comenzó a vacilar. En julio el precio era de 750 mil marcos por dólar y a fines de agosto se cotizaba a razón de 10 millones por dólar. En septiembre la devaluación fue de unos 160 millones, en octubre de 78 mil millones y en noviembre ya en billones de marcos por dólar. Con esta fluctuante economía comienza una época de importantes especulaciones extranjeras de las propiedades alemanas.
La finalidad del nazismo, por estos años, era ganar el apoyo de los trabajadores. El régimen hizo mucho por revalorizar psicológicamente el lugar de los obreros en la sociedad, pero también existían razones doctrinarias: los obreros representaban la “parte sana del pueblo” y no habían sido tocados por la degeneración y la depravación. Es aquí donde se hace visible el desprecio por los intelectuales. “Los elementos intelectuales del país eran propensos al comunismo y esto se notaba hasta en los periódicos burgueses de tendencias liberales” (8).
Las clases medias constituían para Hitler la base electoral del partido. Sólo se interesaba en ellas por necesidad. Los consideraba meros instrumentos para facilitar el ascenso social de los obreros.
Los nazis produjeron un fuerte impacto sobre la juventud. De esta forma se constituyó una pronunciada brecha generacional entre aquellos que habían llegado a la adultez durante el Imperio o en la República de Weimar, y aquellos que formaron su personalidad bajo el mandato del nazismo. Estos jóvenes rechazaban de forma terminante el viejo mundo burgués y reproducían las nociones idealistas de una nueva sociedad con mayor movilidad y más igualdad. Los jóvenes se sintieron atraídos por la idea del gran poderío, por el deseo de conquistar países nuevos y de someter a otros pueblos.
En cuanto a su relación con las clases altas, el Führer afirmaba que cuando la burguesía hablaba de nacionalismo, sólo pensaba en sus propios intereses y esa era una de las principales razones por las que quince o dieciséis millones de alemanes se habían apartado del nacionalismo. Veía que la aristocracia y la burguesía representaban medios caducos y les reprochaba haber empujado a los obreros hacia las ideas marxistas. Igualmente, por su necesidad de los militares y de los medios comerciales para instalar sus planes expansionistas, Hitler debió aliarse a esta clase social. Los autores marxistas afirman que el régimen traicionó a la masa a favor de los intereses de los grandes capitales.
El régimen nazi, indiscutiblemente, logró un alto grado de popularidad y un apoyo activo que no puede explicarse solamente a partir del poder de la propaganda o la represión policial. Hay que aceptar que el nazismo penetró en amplios sectores de la sociedad alemana, incluyendo a la clase obrera, y que se logró un considerable grado de integración, tanto material como afectiva, “aun cuando las subculturas católica, comunista y socialista resultaron ser barreras relativamente resistentes e impenetrables” (9).
El apoyo al nazismo no fue simplemente una búsqueda del regreso al pasado. Las presiones por el cambio social no podían ser totalmente ignoradas ni reprimidas. Pero la solución nazi de escape del mundo moderno con un regreso al pasado podría caracterizarse como una “forma utópica de antimodernismo”, que conllevaba la realidad de ser totalmente irrealizable. Esto se ve en el desarrollo de la tecnología y la industria de Alemania durante la guerra, necesidades absolutas para la defensa del territorio conquistado. El nazismo, de esta forma, hizo estallar los lazos de la tradición, región, religión y corporación que eran tan estrechos en Alemania.
Aquella promesa del regreso al pasado, no pudo ser cumplida en la realidad. El totalitarismo nazi se vio forzado a volverse contra el resto del orden social. Con la destrucción de las lealtades, las normas y los valores tradicionales, el nazismo finalmente abolió el pasado alemán y sin quererlo, abrió el camino para una sociedad liberal democrática en la Alemania occidental de posguerra.

III. Adolf Hitler y su plan de acción
En 1925 Hitler desde la cárcel redacta “Mi Lucha”, escrito donde formuló expresamente todo su programa de acción. Él planificó primeramente políticas destinadas al interior de la Nación, para luego expandirlas por el mundo: atraer a las masas; incorporarlas a un partido convertido en una fuerza ineludible; conquistar el poder por las vías legales; poner en marcha la “Revolución Nacional” y consolidar el régimen; construir la “Gran Alemania”; establecer la hegemonía en el continente para procurar a Alemania el “espacio vital” que necesitaba; hacer de ella una potencia mundial y, finalmente, dominar el mundo.
En Mi Lucha, Hitler describía los aspectos socialistas del nazismo como “la nacionalización de las masas” o el hecho de “restituir a las masas a su nación” y “arrancar a los obreros alemanes del engaño internacional”. Ser “social” era gozar de una conciencia de “sentimiento” y “destino” en la comunidad nacional. El lema “comunidad nacional” simbolizaba el hecho de ir más allá de las clases y de las divisiones políticas, por medio de una unidad étnica basada en los “verdaderos” valores alemanes.
A entender de los nazis, donde existía una mayor necesidad de formular un nuevo significado a la conciencia de estatus y reemplazar la conciencia de clase por la conciencia nacional, era en la clase obrera industrial. Esto tenía una íntima relación con el deseo de eliminar el cáncer del marxismo y de superar la inmovilidad del viejo orden social, al ofrecer avances por medio de los méritos y los logros, y no a partir del rango social heredado.
Hitler apoyaba la concepción orgánica de la sociedad. Se valoraría a las personas a partir de que las mismas actúen a favor de la Nación: “Si consideramos la pregunta de cuáles son las fuerzas que en realidad forman el Estado podemos reunirlas bajo un solo título: la capacidad y la voluntad del individuo para sacrificarse en pro de la totalidad” (10).
El nazismo tenía como meta la supremacía racial. Hitler era un nacionalista racial obsesionado por la creencia insistente en la fuerza de la sangre. Para él, la historia no era el registro del conflicto de clases ni la competencia entre pluralidades rivales, sino la caída de grupos raciales determinados biológicamente. La humanidad comprendía para él tres grandes razas: los que crean la cultura, los que la transmiten y los que la destruyen. La casta aria del Volk representaba al primer grupo; los judíos, al último. El Führer buscaba establecer la supremacía de los arios mediante la purificación de la sangre, lo cual exigía la eliminación de “la amenaza judaica”.
Hitler explicaba el colapso alemán a fines de la Primera Guerra Mundial como resultado de la progresiva degeneración de la sangre alemana. Los judíos, mediante la continua difusión de doctrinas que deterioraban el nacionalismo y proclamaban el individualismo, el igualitarismo y el internacionalismo, habían fomentado la extendida aceptación del mestizaje. Mientras se diluía la pureza racial de los grupos nacionales, “la raza judía (...), al conservar la raza de Judea”, se estaba preparando para conseguir el dominio del mundo. La renovación de la sangre aria significaba “cuidar que la sangre se preserve pura y, protegiendo a lo mejor de la humanidad (los arios), crear posibilidad del desarrollo más noble de los seres humanos”. Significaba la supresión total de los que amenazaban con su “impureza”: “con los judíos no se pueden hacer pactos; solo cabe el rigor: o, si no, nada”.
Hitler en sus discursos de la posguerra abordó varias veces el tema de la justicia social y de las reformas por realizar. Hablaba, por ejemplo, de la reforma agraria o del seguro de vejez. Su interés por la clase más numerosa y la más pobre derivaba principalmente de sus ideas völkisch: un pueblo era incapaz de sobrevivir si todas sus partes no estaban sanas. La cuestión social para Hitler se trataba, principalmente, de suprimir las clases y establecer la igualdad de posibilidades. Buscaba asegurar un nivel de vida general que garantice lo mínimo para vivir y de esta forma hacer participar a todos de los beneficios de la cultura. “Buscaba la igualdad de posibilidades, lo que no significaba la igualdad de los hombres. Ésta no existía para seres inferiores como las mujeres o los no arios” (11).
Hitler logró combinar sus ideas políticas y sociales de tal modo que construyó un conjunto coherente de ideas opuestas, lo que le permitía atraer a toda clase de adeptos. Aspiraba a abolir la dicotomía izquierda-derecha para impedir una guerra civil. La unión de las dos ideas fuertes del siglo XIX (Nacionalismo y Socialismo) constituía una buena estrategia destinada a luchar contra la fragmentación de la sociedad.

Conclusión
El fenómeno del nazismo no puede estudiarse sin atender a todos los aspectos necesarios para su entendimiento. En este corto recorrido, se han expuesto las tres variantes de análisis importantes para comprender los orígenes de la ideología nazi en la sociedad.
En primer lugar se expusieron las ideas del fascismo y su esencia, con una aproximación a las raíces Europeas que datan de finales del siglo XVIII. Los orígenes de esta corriente de pensamiento tienen una relación directa con el nacimiento del liberalismo y la respuesta del sector conservador de la sociedad.
En segundo lugar, se explicó la realidad de la sociedad alemana de posguerra, que fue la que hizo posible el advenimiento de un régimen autoritario, totalitario y terrorista que prometía un orden y un regreso a los buenos tiempos.
Por último se hizo una breve reseña de la personalidad de Adolf Hitler y de sus ideas políticas, quien fue el verdadero precursor de la realidad alemana y europea luego de 1933.
A pesar de sólo exponer los aspectos más sustanciales de la doctrina nazi fascista, en este recorrido se logró arribar a la conclusión de que toda ideología política debe ser vista en relación con su contexto histórico, político, social y económico para que pueda ser comprendida y explicada. Hay que despojarse de los prejuicios y preconceptos para poder estudiar mejor un hecho o una realidad, y lograr asimilar los aspectos importantes desde afuera, como mero espectador que observa y que luego “cuenta lo que ve”.
El nazismo debe comprenderse en ese entramado juego de relaciones con el pasado, el presente y el imaginario social de la época. Deben ligarse las ideas de la sociedad y su visión del mundo y de la realidad, y la situación estructural, en el sentido marxista del término. Este amplio análisis sirve para comprender cómo fue posible que una sociedad acatara tal cruel propuesta de Estado.


Notas
(1) Robert Eccleshall, Vincent Geoghan, Richard Jay, Rick Wilford. “Introducción a las ideologías políticas”. Editorial Tecnos. 1993. P. 220.
(2) Marlis Steinert. “Hitler y el universo hitleriano”. Editorial Vergara. Grupo Zeta. 2004. P. 165.
(3) Robert Eccleshall, Vincent Geoghan, Richard Jay, Rick Wilford. “Introducción a las ideologías políticas”. Editorial Tecnos. 1993. P. 224.
(4) Ian Kershaw.”La dictadura nazi. Problemas y perspectivas de interpretación”. Siglo veintiuno editores Argentina. 2004. P. 232.
(5) Sholem Asch. “Junto al abismo”. Compañía general fabril editora. Bs. As. 1960. P. 19.
(6) Sholem Asch. “Junto al abismo”. Compañía general fabril editora. Bs. As. 1960. P. 71.
(7) Ian Kershaw.”La dictadura nazi. Problemas y perspectivas de interpretación”. Siglo veintiuno editores. Argentina. 2004. P. 225.
(8) Sholem Asch. “Junto al abismo”. Compañía general fabril editora. Bs. As. 1960. P. 100.
(9) Ian Kershaw.”La dictadura nazi. Problemas y perspectivas de interpretación”. Siglo veintiuno editores. Argentina. 2004. P. 223.
(10) Robert Eccleshall, Vincent Geoghan, Richard Jay, Rick Wilford. “Introducción a las ideologías políticas”. Editorial Tecnos. 1993. P. 233.
(11) Marlis Steinert. “Hitler y el universo hitleriano”. Editorial Vergara. Grupo Zeta. 2004. P. 170.

Bibliografía
Robert Eccleshall, Vincent Geoghan, Richard Jay, Rick Wilford. “Introducción a las ideologías políticas” Editorial Tecnos 1993.
Marlis Steinert. “Hitler y el universo hitleriano”. Editorial Vergara. Grupo Zeta. 2004.
Ian Kershaw.”La dictadura nazi. Problemas y perspectivas de interpretación”. Siglo veintiuno editores Argentina. 2004.
Sholem Asch. “Junto al abismo”. Compañía general fabril editora. Bs. As. 1960.

Publicado en Revista Question. Abril de 2006

TIEMPO

Era un hombre de mirada cristalina y sonrisa amplia. Despreocupado y dueño de talento, lograba aislarse y observar la vida de manera detenida. Pintor de sueños y fantasías, amigo de la literatura y del alcohol, tenía el anhelo de algún día lograr ser feliz o simplemente vivir del modo que siempre había deseado. Entre copas y cigarrillos, inventaba mundos extraordinarios, tanto en lienzo como en papel. También escribía sin pudor y disfrutaba del simple instante de una cena. Cada comida era un momento oportuno para el goce de las sensaciones que otorgan los sabores. Y así como amaba saciar sus necesidades básicas, se entregaba sin freno a la pasión, añorando algún día enamorarse.
En el cuello de aquella mujer, logró que el tiempo se detuviera e hizo del encuentro de las manos con la piel el más preciado momento.
Era un hombre sencillo, del cual ella un día, sin darse cuenta, se enamoró.
Ella vestía formal y le jugaba carreras al tiempo. Deseaba vivir un año en un sólo día, siguiendo el rumbo deseado por sus padres, entre pasatiempos y obligaciones vacías y necias. Con el anhelo de convertirse en una importante empresaria, olvidó que hacía un tiempo había solido ser artista. Todos le habían dicho que tenía talento, pero ella sentía que lo había perdido entre computadoras y la locura de la gran ciudad. A veces escribía y jugaba a ser periodista. Soñaba con un mundo mejor, pero no hacía nada para solucionar la realidad.
Ella y él, racionalidad y espíritu, transitaron juntos noches de alcohol y besos. Para ambos el mundo desaparecía en el momento en que dejaban de pensar en todo lo que los separaba. Se perdieron entre sudor y alcohol, sin notar que las horas de aquellas madrugadas de viernes pasaban sin pedir permiso.
Cuando el sol asomaba venía el adiós, el beso y el “espero con ansiedad”. Pasaron tres noches de piel y tres semanas de palpitaciones cruzadas. Un día el destino quiso que nunca más volvieran a verse.
Ella aún pretende ser feliz, entre el sentimiento de vacío que llena su alma. Algunas noches piensa en él, volviendo a sentir labios cálidos en su cuello. Él también piensa en ella en noches esporádicas y con algunos óleos la inmortalizó.
Ninguno de los dos logra comprender que sucedió aquella noche de marzo en que las pupilas se dijeron adiós.

DECEPCIÓN

Cuando uno sufre está siempre al borde de la decepción. Eso es peor que sufrir. Uno sufre por lo que quiere, lo que extraña, lo que añora. La decepción, en cambio, ya no acepta sentimientos, los aleja y deja aparecer la racionalidad, fría y clara. La decepción es no creer más en el cambio, es perder las fuerzas y las esperanzas. Es una energía constructiva que deja caer una cortina de hierro, dejando entrar la luz, la verdad de las cosas, lo que durante tanto tiempo desconocimos.
Hoy siento decepción. Fea sensación.

LOS BUENOS MUEREN

Que dificil es mirar hacia atrás
y saber que nunca seremos lo que éramos,
que la vida nos quita y nos duele.

Que dificil calmar el dolor
cuando te has ido, cuando me he ido de tu corazón.

Que dificil entrar en tu casa y no oir más tango de tu voz calma.

Que dificil saber que tu historia ya es historia,
que en tu casa ya no hay sombras ni hornallas encendidas,
para hacer de cada mate una bienvenida.

Que tu vida fue buena vida,
que tu enseñanza fue transmitida,
un ejemplo aquella risa, aquel humor,
aquella canción.

Te dolía tanto vernos mal!, no quisiste que quebraramos por vos,
egoísmo era para vos mala palabra.
y aunque los pulmones dolían vos reías,
y aunque los pulmones ya no daban más vos cantabas.

Que difícil entrar a tu casa y no escuchar tango,
y no escuchar nada. Y ver que los muebles están solos
que ya no entra luz en tu ventana.